Javier Sylvestre Martina nació en Willemstad, la ciudad a la que llaman la Amsterdam del Caribe. Su hermano, Rhuendly, vio la luz en Rotterdam, Holanda, cuando Javier ya tenía tres años de edad. Ambos optaron por el futbol, apoyados por sus padres, ciudadanos de Curazao, isla caribeña situada a más de 7,800 kilómetros de distancia, pero que tiene influencia holandesa, debido a los 400 años que las unieron en el pasado.
“Estoy haciendo esto por Curazao”, dijo Kluivert en su presentación como entrenador. “Quiero hacer algo bueno por la isla”, agregó.
En el antiguo territorio que formó parte de las Antillas Holandesas, el beisbol es el deporte más popular. Equipos de MLB —como Yankees de New York, Bravos de Atlanta y Piratas de Pittsburgh— tienen academias para reclutar a jóvenes con talento, aunque también existe espacio para el futbol.
De la plantilla de 25 jugadores, 21 participan en clubes europeos, la mayoría en Holanda, en equipos como Twente, ADO Den Haag y VVV Venlo. Un par más lo hace en equipos de Bélgica, Rumania y Chipre.
Y es que lo clubes aprovechan las ventajas migratorias para trasladar desde niños al talento de la isla, como Cuco Martina, que comenzó en la academia del RBC Roosendaal, un club de la segunda división de Holanda. Además, dos futbolistas que jugaron en categorías juveniles de la selección holandesa, y siguieron el proceso hasta la mayor, ahora defienden a Curazao.
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