Diferenciar los alardes optimistas de la verdad puede resultar difícil. “Vamos a sorprender a mucha gente” es el tipo de frase que se escucha mucho en la zona baja de la jerarquía futbolística caribeña. Sin embargo, Dusty Good, capitán de las Islas Vírgenes Estadounidenses, ha honrado su palabra. “Hemos progresado muchísimo”, dijo aFIFA.com antes de su asombroso triunfo sobre Barbados de este domingo, en la competición preliminar de la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018™.
“Aquí han cambiado muchas cosas”, apunta Good, que se mudó a la isla de Saint Thomas procedente de su California natal al final de la adolescencia. “Cuando yo llegué, el fútbol era muy físico”, dice desde su casa, un paraíso en pleno Caribe. “Se veían muchas entradas fuertes y un juego muy duro”.
Sus inicios en el fútbol de las Islas Vírgenes Estadounidenses —que también incluyen las de Saint Croix y Saint John— revela hasta qué punto ha habido una transformación. Un día estaba en un supermercado y llevaba puesta una camiseta del Liverpool. Un hombre que estaba colocando fruta en los estantes le preguntó si le gustaría jugar al fútbol. Él dijo que sí sin dudarlo, y enseguida vistió los colores del Positive Vibes, un conjunto amateur que domina el campeonato local. Good demostró su valía en canchas poco cuidadas y no tardó en recibir la llamada de la selección nacional. “¿Qué selección nacional?”, preguntó entonces. Sonríe al contarlo: “Hasta que me propusieron jugar en ella ni siquiera sabía que teníamos una”.
La ausencia de organización, unas tácticas rudimentarias y la falta de un liderazgo claro hacían que las Islas Vírgenes Estadounidenses fuesen un adversario sumamente asequible en las categorías inferiores de la región caribeña. Antes de la gran victoria a domicilio del domingo en Bridgetown tenían un registro modesto: de 30 clasificatorios del Mundial, la llamada Dashing Eagle (“Águila majestuosa”) únicamente había ganado siete.
Estrella del Positive Vibes y pilar de la selecciónGood tiene ahora 27 años y es el abuelo del equipo. Es uno de los cuatro jugadores que repiten tras disputar la fase previa del último Mundial, en 2011, cuando la selección perdió sus seis partidos de la primera fase de grupos, con 41 goles en contra. “Muchos de mis compañeros me llaman ‘viejo’ ahora”, explica Good, reconvertido de volante de contención en líder de la defensa. Ha jugado en la cuarta división sueca con el FBK Karlstad y también ha pasado por los niveles inferiores de Dinamarca y de Inglaterra, el país de su madre.
En el lateral derecho, justo al lado del abuelo Good, figura el benjamín del equipo, Jacob Borden, que acaba de cumplir los 16 años pero está “sobradamente preparado”, se apresura a decir Good, alabando a los jóvenes que componen el núcleo del combinado nacional. “Yo lo ayudo dándole pequeños consejos aquí y allá”.
Hizo falta algo de suerte para llevarse un 0-1 de Barbados, ante un oponente que aventaja en 66 puntos en la Clasificación Mundial FIFA/Coca-Cola a las Islas Vírgenes Estadounidenses, que es la selección 197 del mundo. “La posesión del balón estuvo bastante repartida”, analiza Good, autor de una falta dentro del área que provocó uno de los dos penales de que dispuso Barbados. Los reflejos del guardameta Erik Mozzo, entonadísimo en la segunda parte —llegó a desviar por encima del larguero uno de los penales— y una tarjeta roja para los locales acabaron facilitando la tarea del cuadro visitante.
Dejar atrás el pasado“Ahora practicamos un fútbol distinto”, insiste Good, sin poder olvidar las abultadas derrotas y el juego de balones largos de antaño. “Nos centramos en la juventud, en la circulación del balón y en los pases. No somos el mejor equipo de por aquí, pero sabemos conservar la pelota”.
Ahora en el Caribe se escucha algo muy diferente: que el fútbol moderno, caracterizado por una presión intensa y la posesión del esférico, se está asentando en estas islas remotas. Ahmed Mohammed, el nuevo técnico de las Islas Vírgenes Estadounidenses, nacido en Somalia, ha obrado un verdadero cambio: introdujo organización y profesionalismo en una parte del mundo en la que es habitual que los jugadores se desplacen en barco a los entrenamientos.
El seleccionador, oriundo de Mogadiscio, trabajó en las categorías inferiores del fútbol profesional suizo y está obteniendo resultados. En Barbados, los locales desplegaron toda su potencia pero los espigados y en apariencia frágiles muchachos de las Islas Vírgenes Estadounidenses —algunos de ellos cursan estudios universitarios en Estados Unidos— desbarataron todas las acometidas de sus fornidos rivales. Jamie Browne atrapó un pase bombeado, se coló entre los dos centrales y superó la salida del arquero picando la pelota con un suave toque, en el único tanto del partido. “Fue un gol de primera”, apunta Good. “Lo celebramos como locos”.
“Aquí la gente ya se está dando cuenta”, señala Good, observando las felicitaciones que se acumulan en su cuenta de Facebook y la calurosa bienvenida que recibieron en el puerto al llegar por fin de Barbados, tras un día entero de viaje en avión y barco. “Pero no se nos puede subir a la cabeza”, advierte de inmediato, recordando su condición de capitán de un equipo de fútbol que va a preparar la vuelta de la eliminatoria con una ajustada ventaja. “No estamos más que a mitad de camino”.
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